21 sept 2009

Reserva de Santa Lucía, el primer entorno natural monitorizado.

Monitorizar al milímetro el impacto del calentamiento global en un entorno salvaje, y permitir a sus residentes obtener fondos para subsistir combinando la ciencia con el ecoturismo. Estos son los ambiciosos objetivos de la iniciativa Cambio climático canopea y vida silvestre, impulsada por la Universidad de Sussex (Inglaterra) con el objetivo de conservar la Reserva de Santa Lucía (Ecuador), un espacio natural de unas 700 hectáreas de bosque nublado de alto valor ecológico.


Este proyecto, de marcada vocación conservacionista, se articula a través de un entramado de cámaras ocultas que monitorea a los mamíferos, aves, reptiles y anfibios de este paraje natural, a los que se fotografía o graba en vídeo gracias a un detector infrarrojo que llevan instalado en su estructura.

Pero la ingente tarea de recopilación de datos a través de dispositivos electrónicos no queda ahí. Estas imágenes (de especies tan amenazadas como el oso andino o el puma) son subidas diariamente a un sitio web financiado por la ONG Rainforest Concern, para que cualquier internauta puede consultarlas, evitado que toda esta información sólo forme parte de un amplio dossier de investigación.

Además, entre los curiosos métodos de estudio empleados en la zona, se encuentra la utilización de helicópteros a control remoto que vuelan sobre la Reserva de Santa Lucia captando imágenes, que permitirán la identificación de especies de árboles a gran escala, una vez que el software para analizar este tipo de instantáneas sea más sofisticado, apuntan los responsables del estudio.

Para completar este amplio dispositivo, el proyecto también se ha servido de los servicios de unos monitores electrónicos colocados cada 300 metros de altitud, que analizan, en intervalos de 45 minutos y durante todo el año, los índices de humedad y temperatura del entorno.

Todo el trabajo centrado en la conservación de la naturaleza heredada de nuestros antepasados resulta insuficiente. Pero este proyecto permitirá, gracias a la recogida de estos datos sobre el terreno, hacer más precisos los modelos que son capaces de predecir el impacto del cambio climático en áreas de naturaleza salvaje, permitiendo identificar que zonas se deben proteger con mayor urgencia.


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