13 mar 2012

El rastro en 3D de la huella de un meteorito

Un equipo de investigadores españoles acaba de presentar un 'mapa láser' en tres dimensiones de las huellas que dejan los meteoritos cuando impactan contra la superficie terrestre, un trabajo que puede ser de gran utilidad para localizar impactos que ahora no se conocen y para recrear cómo son unas colisiones a las que se atribuyen fenómenos tan importantes como la aparición de la vida en la Tierra o los cambios climáticos que provocaron la extinción de los dinosaurios.


El trabajo se realizó con material rocoso procedente del impacto de un meteorito recogido por Jesús Martínez-Frías, del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), en Karikkoselkä durante un viaje a Finlandia. Martínez-Frías pensó que sería interesante reconstruir lo que fue el cráter de este impacto, y así se lo propuso a Mercedes Farjas, catedrática de Ingeniería Topográfica en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), cuyo equipo ha realizado infinidad de trabajos de reconstrucción con láser en el mundo del arte y la arqueología.

El investigador encargado de realizar la reconstrucción fue José María Hierro, alumno de la UPM: es un modelo tridimensional que permite recrear cómo fue la colisión, tanto el lugar donde se produjo como el tamaño de la roca cósmica que provocó el cráter. En este caso, se estima que el impacto fue de 1,5 kilómetros y una profundidad de 150 metros.

"En muchas ocasiones, debido a la erosión, no se ve el cráter, pero sí se puede detectar la huella porque las rocas de alrededor sufren transformaciones, no sólo por restos de iridio del meteorito, sino también en fisuras y estrías que a veces son difíciles de estudiar. Y con un estudio en 3D incluso se puede averiguar la orientación que tenía el meteorito", afirma Martínez-Frías a ELMUNDO.es.

Con esta nueva aplicación, además, se abre la posibilidad de que los museos de ciencia puedan ofrecer, en sus web, reconstrucciones de los meteoritos que tienen entre su material.

Hasta ahora, en la Tierra se han catalogado 178 cráteres formados por impactos de meteoritos, con diámetros que van de unos pocos metros a un centenar de kilómetros. Al año, se calcula que entran en la atmósfera unos 500 objetos de más de medio kilo, aunque, de media, sólo cuatro se recuperan como meteoritos.


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